“Se trajeron un cura”. Una introducción a “El problema de la estructuración de una auténtica sociología de América Latina” de Camilo Torres Restrepo

María Belén Riveiro

“Se hace por primera vez un encuentro latinoamericano de sociología (…) donde estaban Germani, Torcuato Di Tella y un cura (…) Y se para este cura y nosotros empezamos: ‘mirá se trajeron un cura’. Se para el cura y dice: ‘En Colombia el 80% de la población está en condiciones de pobreza e indigencia y ese es el problema de la sociología’”. El cura era Camilo Torres Restrepo tal como lo relata Alcira Argumedo recordando sus años de estudiante en la carrera de Sociología de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires[1].

El encuentro que menciona Argumedo se realizó en 1961 y el texto leído por Camilo Torres se conservó y lo rescatamos para este nuestro séptimo número de Malestar sociológico por tres razones.

En primer lugar, Camilo Torres Restrepo fue, efectivamente como decía Argumedo, un cura colombiano profundamente comprometido con las luchas revolucionarias latinoamericanas que lo llevaron a participar del Ejército de Liberación Nacional. Falleció en combate. Esta militancia política y sensibilidad social se vio acompañada por un análisis juicioso derivado de su instrucción formal. Camilo Torres era sociólogo recibido de la Escuela de Ciencias Sociales y Política de la Universidad Católica de Lovaina de Bélgica (1958). Su tesis de grado estudió la proletarización de Bogotá. A su vuelta en Colombia participó de la fundación en 1960 de la entonces Facultad de Sociología de la Universidad Nacional cuyo decano era Orlando Fals Borda.

En la ponencia que estamos compartiendo, Torres reflexiona sobre la posibilidad de hacer sociología desde y para América Latina. Una pregunta no menor teniendo en cuenta que “la sociología no ha sido una excepción del mosaico de nuestro colonialismo cultural que persiste a través de las formas de colonialismo económico y político”. La pregunta resuena hoy en día cuando, más allá de estas tradiciones, nuestros saberes siguen dependiendo de la consagración en los espacios centrales de producción intelectual, que ahora quizás parecen más esquivos en su detentación de la jerarquía al adoptar el nombre de Departamentos de estudios latinoamericanos.

¿Cómo resuelve la tensión entre una ciencia extranjera y problemas latinoamericanos? En principio lo hace en discusión con lo que llama el vicio del “nominalismo” que “hace más énfasis en la terminología que en la observación de la realidad”. Así la formación científica termina equivaliendo al aprendizaje de un vocabulario académico y a la búsqueda de una metodología estandarizada. Entonces ¿qué significaría situar una ciencia como la sociología en América Latina? Torres menciona dos cuestiones que son otros dos motivos para volver a leerlo.

El segundo motivo por el que elegimos este texto es su discusión con lo que llama la “cobardía disfrazada de objetividad”. Torres sostiene la centralidad de un análisis científico sobre la sociedad que tenga pretensiones de objetividad. No obstante, observa que este valor de las ciencias sociales puede ser utilizado como justificación, que carece de fundamento científico y que niega “la riqueza humana del científico (…) la imaginación, la intuición, la cultura general, el idealismo, la generosidad”, para ignorar como objetos relevantes de la sociología a problemas que sí son vitales para la población latinoamericana como “la revolución social, el cambio social, los efectos sociológicos de la reforma agraria, del desarrollo de la comunidad, del imperialismo”.

Ahora bien, ¿cómo aunar la búsqueda de construir un conocimiento con pretensiones de objetividad con el análisis de cuestiones en las que nos encontramos imbuidos y con las que se nos juegan valores y compromisos? Este es el tercer punto por rescatar del escrito de Torres, aquello que llama “demagogia disfrazada de valor científico”. Después de haber enfatizado la centralidad del compromiso político del científico con la realidad latinoamericana, Torres vuelve a rescatar el valor de la particularidad del conocimiento sociológico para discutir con sus compañeros quienes, en su búsqueda por visibilizar la influencia de las inscripciones de clase en los tipos de sociología que realizamos –y así distinguen una sociología burguesa sesgada por sus intereses propios de una sociología proletaria–, terminan por abandonar o dudar de “la vía de la objetividad científica” para entregarse “a la acción o la literatura política: la tentación de la popularidad”.

¿Cómo no sentirse identificadxs en esta tensión entre el conocimiento científico y el compromiso político? La reflexión de Torres junto con su obra y trayectoria son un gran antecedente para retomar no solo a modo de reconstruir nuestra propia historia sino también como impulso para construir una nueva sociología latinoamericana.


[1] Extraje el relato de Argumedo de la primera parte del documental Los modernos de Guillermo De Carli que reconstruye la historia de la carrera de Sociología de la Universidad de Buenos Aires

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