Aborto y feminismo: los debates sobre la ley de interrupción voluntaria del embarazo como acción colectiva

Carolina López

María Belén Riveiro

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El 6 de marzo de 2018 la Campaña Nacional por el Aborto legal, seguro y gratuito presentó por séptima vez el proyecto de interrupción voluntaria del embarazo. Entre abril y mayo se realizaron audiencias públicas ante el plenario de comisiones y, con el trasfondo de movilizaciones y marchas, el 12 de junio obtuvo el dictamen de mayoría por primera vez. Entre el 13 y el 14 de junio la cámara de diputados debatió el proyecto de ley. La movilización al congreso fue multitudinaria y muchos manifestantes acamparon en la plaza. Se votó la media sanción. Finalmente el 8 de agosto la cámara de senadores debatió el proyecto de interrupción voluntaria del embarazo y rechazó el proyecto de ley.

En lugar de redactar una crónica, este artículo se propone formular una pregunta sociológica a partir de esta cuestión social que en los medios de comunicación llamó la atención: una “marea verde” que llenó las calles de manera espontánea. Para formular una pregunta que problematice este fenómeno resulta productivo retomar y reinventar la teoría sobre la acción colectiva. En el primer cuatrimestre de este año la cátedra de Sociología general incluyó un texto nuevo en su programa. Se trata de un artículo de Charles Tilly, una entrada para el término “acción colectiva” publicado originalmente en la Encyclopedia of European Social History y cuya traducción, de Claudio E. Benzecry, apareció en la revista Apuntes de investigación. Es en la década de los años ochenta con el trasfondo de movimientos sociales, como el feminista, el LGBT, el de la comunidad negra en Estados Unidos, cuando un grupo de intelectuales se vio en la necesidad de discutir con las teorías vigentes para pensar las luchas sociales. Se formuló la noción de acción colectiva, que, comenta Tilly, se parece a lo que otros analistas entienden como protesta, rebelión o disturbio. Ahora rescatamos este concepto para pensar lo sucedido en torno al debate en el congreso nacional sobre la legalización del aborto en Argentina entre junio y agosto de 2018.

El aborto será ley, la maternidad será deseada y la lucha no amainará. Porque si partimos de dudar de los sentidos cristalizados y de criticar los supuestos sí tenemos una certeza: el futuro es feminista

En principio es necesario historizar, aunque sea de manera breve, las luchas y debates que crearon las condiciones de posibilidad para el debate y las movilizaciones que se dieron. Luego se identifican una serie de puntos en debate y la coincidencia entre sujetos que están distanciados en el espacio político pero que convergieron por este asunto dando cuenta de la heterogeneidad de los sujetos que llevan a cabo una acción colectiva. Por último, se repasan los repertorios, es decir, las formas adoptadas por la protesta y, cabe destacar, la coincidencia de determinados repertorios por parte de agrupaciones tanto a favor como en contra de la aprobación del proyecto de ley.

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Un poco de historia

A fines de la década de los años ochenta se comenzó a discutir la posibilidad de crear una agrupación por la lucha para la legalización del aborto. Esto cristalizó el 25 de noviembre de 1987 cuando se realizó una reunión de ATEM (Asociacion de Trabajo y Estudio de la Mujer), un espacio de debate feminista, en el cual asistieron biólogas, antropólogas, filosofas, abogadas. Este grupo de feministas profesionales se puso en campaña para tener una visión integral de la penalización del aborto y construyeron datos estadísticos sobre complicaciones en los abortos clandestinos y confeccionaron folletos para llevar al Encuentro Nacional de la Mujer de 1988. En el Cuarto Encuentro Nacional de la Mujer en Rosario (1989) se abrió un nuevo taller sobre anticoncepción y aborto para empezar problematizarlo. Un año después, en el V Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe en San Bernardo, surgió la “Declaración de San Bernardo” que fijó fecha el 28 de septiembre como “Día de la Lucha por la Despenalización y Legalización del Aborto en América Latina”. Esta fecha fue sugerida por la comisión brasileña, ya que ese día en el año 1871 se promulgó la “Ley de Libertad de Vientre” considerando libre a hijos de mujeres esclavas. A su vez alentó a otros países de la región a movilizarse y apoyarse entre sí y a organizar comisiones por el Derecho al Aborto en cada país.

Este debate no se encuentra aislado. Es posible identificar debates y luchas por los derechos de las mujeres y en particular la legalización del aborto en diversos países

En otro Encuentro Nacional de la Mujer en San Juan en 1997, manifestantes en contra del aborto se infiltraron en el taller de anticoncepción por lo que la marcha final se dividió entre quienes están a favor de la despenalización y legalización aborto y quienes no. Año tras año se reforzó la unión feminista como respuesta a la imposición de la iglesia a decidir por los cuerpos de las mujeres. Ese mismo año se hizo un nuevo taller sobre “Estrategias para el acceso al aborto legal y seguro”.

Recién en 2003 en el Encuentro Nacional de la Mujer en Rosario, la agrupación llamada Católicas por el Derecho a Decidir repartió pañuelos verdes que simbolizan la lucha por el aborto legal. El pañuelo también establece un vínculo con la lucha de Abuelas y Madres de Plaza de Mayo. Pero mucho antes de tener el color verde, que hoy es símbolo distintivo de la Campaña, se pensaron otros colores: el rojo, pero ese color está asociado a las agrupaciones políticas de izquierda; el amarillo, por el cual no se optó dado que es el color papal; el celeste y blanco, descartado porque representa a la bandera argentina e impone un tono nacionalista. Finalmente se eligió el color verde, que no simboliza ninguna lucha política pero se vincula con el medioambiente, la salud y la esperanza. Marta Alanis, fundadora de la agrupación Católicas por el Derecho a Decidir, contó en una nota de la revista Anfibia que “los pañuelos no tenían el logo de la Campaña no la frase. Solo decían consignas feministas amplias: aborto, derechos sexuales y reproductivos, anticoncepción” (2018).

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Este debate no se encuentra aislado. Es posible identificar debates y luchas por los derechos de las mujeres y en particular la legalización del aborto en diversos países. En mayo de 2018 Irlanda aprobó a interrupción voluntaria del embarazo, que desde 1983 estaba prohibido. El referéndum que apostó por el sí a la legalización se dio en uno de los países con mayor influencia y tradición de la iglesia católica, aunque recientemente más cuestionada a medida que salieron a la luz testimonios que acusan de pedofilia a sacerdotes y a otros que encubren esos delitos. Mientras se alcanzan ciertas conquistas, en otros países se las cuestiona. En Estados Unidos el aborto es legal por un fallo de la Corte Suprema desde 1973. De manera reciente diversos estados comenzaron a cuestionar esta decisión y a imponer restricciones para la realización de esta práctica en busca de revertir el fallo que rige para todos los estados.

Este debate acercó posiciones que en el espacio político y durante otros debates estuvieron bien alejadas

“Un hecho único”

Tilly plantea que la acción colectiva no se puede definir a partir de un sujeto homogéneo que se da por supuesto. Es en la propia interacción en la que se define ese sujeto. Solo de esta manera podemos analizar más allá del sentido común de las oposiciones tajantes o de la idea tan extendida de la así llamada grieta las diversas posiciones que se tomaron en el debate que se dio en el Congreso. Emilio Monzó, desde su lugar de presidente de la cámara de diputados, se sorprendió ante los aplausos que recibió el diputado por Cambiemos, Fernando Iglesias, cuando esgrimió los argumentos por los que estaba a favor de la legalización del aborto: “Es un hecho único. No va a volver a ocurrir”. Lo que llama nuestra atención es que no es una excepción. Este debate acercó posiciones que en el espacio político y durante otros debates estuvieron bien alejadas.

Silvia Lospennato, también diputada por Cambiemos, terminó su discurso en medio de aplausos de diputados por el Frente para la Victoria así como también por aquellos del Frente de Izquierda mientras que hace menos de un año se enfrentaban en el debate por la reforma previsional cuando Lospennato abogaba por un “estado austero”. Este debate en el congreso sobre la legalización del aborto, que calificó de plural, lo adjudicó a un movimiento histórico protagonizado por mujeres y a la madurez política del gobierno de Mauricio Macri que invitó a la discusión. Lospennato también mencionó la necesidad de alcanzar una “victoria que se arranca al opresor” para adquirir este derecho. ¿Cómo hacer coherente estos argumentos? Lospennato inscribió su discurso en un movimiento por el respeto de los derechos individuales y de decisiones personales. Asimismo, el diputado Iglesias defendió su postura argumentado que las ciudades modelo para su proyecto de país, como París y Nueva York, son ciudades donde el aborto es legal en contraposición con la mayoría de los países latinoamericanos.

La referencia a la imposición de una fuerza opresora también apareció en el discurso del cura José María di Paola, el padre Pepe, durante la última jornada de exposiciones organizada por Diputados antes de las sesiones. Pero en este caso los opresores eran quienes buscaban imponer la legalización “utilizando a los pobres”, en detrimento de la vida, y en cercanía con las exigencias del Fondo Monetario Internacional. A pesar de pertenecer a la Iglesia Católica, cuya postura en contra de la legalización del aborto es clara, los dichos del padre Pepe sorprendieron dada su militancia. Sin embargo, meses atrás los sacerdotes de la pastoral en las villas de emergencia porteñas y del Gran Buenos Aires, conocidos como curas villeros, publicaron un texto en el que asentaron su posición en contra de la legalización del aborto inscripta en su lucha por la protección de los oprimidos y marginales y en línea con su posición a favor de las luchas de los inmigrantes, en contra del gatillo fácil y de los femicidios, a favor de la cultura popular, entre otras. Inscribir su postura en el marco de otras luchas y aclarar su posición en ellas parece mostrar su percepción de acercamiento a posiciones de otros sectores políticos con los que no comparten estos últimos puntos.

No es la primera vez que esto sucede en un debate acerca del aborto. Aparece como noticia, y quizás como dato sorprendente, que diversos presidentes latinoamericanos asociados con la así denominada nueva izquierda latinoamericana, se opongan a la legalización del aborto. Rafael Correa, Evo Morales y Hugo Chávez se opusieron a otorgar este derecho. También fue noticia la reticencia de la Confederación Nacional del Trabajo (CGT) a plantear una postura sobre el debate, que sólo advirtió que supondría costos para las obras sociales. Este comentario no fue aceptado de manera unánime: se organizó un pañuelazo a favor de la legalización del aborto frente a la sede de la CGT.

Parte de la comprensión de los debates que se dan en torno al aborto supone tener en cuenta la heterogeneidad de los sujetos que participan: esgrimiendo argumentos personales, religiosos, morales y políticos el debate sobre el aborto acercó a personas que, tradicionalmente, ocupan posiciones alejadas dentro del espacio político y separó a quienes suelen estar cercanos.

Los repertorios

Cuando se piensa la acción colectiva también es productivo analizar los modos que adopta. Tilly analiza las diversas formas en que realizan sus demandas diferentes sectores a lo largo de la historia: quema de muñecos, huelgas, tomas de fábricas, marchas. La herramienta de la observación participante permitió identificar y comparar los modos en que las agrupaciones a favor y en contra de la ley de interrupción voluntaria del embarazo se manifestaron.

Llamó la atención las formas análogas en que grupos con consignas enfrentadas dieron lugar a sus reclamos. El punto más claro fue el uso de los pañuelos: verdes con la consigna “Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir” de la Campaña nacional por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito y los más recientes celestes con la consigna “Salvemos las 2 vidas”. Los pañuelos, identificados históricamente con la lucha de las Madres de Plaza de Mayo, parecen haber impactado en otros conflictos tan disímiles como el debate por la separación de la iglesia del estado o la defensa de los derechos de los animales.

Las marchas se vieron inundadas de pañuelos llevados al cuello, alzados en las manos, atados a las mochilas, enlazados en las muñecas, vestidos como vinchas. Incluso aunque no se convocara a marchas fue posible encontrar el uso de los pañuelos sobre todo atados en las mochilas. Fue notorio cómo en los medios de transporte, en viaje a las marchas, se desataban los pañuelos de las mochilas, para vestirlos de maneras más visibles.

Tanto la Campaña nacional por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito como la ONG +Vida repartieron sendos pañuelos. La lógica mercantil no estuvo ausente en las marchas y esta lógica no conoce colores al momento del lucro por lo que fue frecuente encontrar que un mismo vendedor ofrecía pañuelos verdes y celestes.

Las réplicas también aparecieron en las consignas. La Campaña nacional por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito defiende, como expone en los pañuelos, “Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”. Desde agrupaciones que defienden “las 2 vidas” reformularon la consigna: “Educación sexual para prevenir, contención para no abortar y adopción para vivir”.

Brillos, sombras y lápices de labio verdes y violetas circularon en las manifestaciones. No se trató de un dato menor. Durante los años sesenta y setenta dentro de gran parte de la militancia de izquierda el maquillaje de la mujer se consideró una imposición burguesa por lo que las militantes de izquierda abogaban por un modelo diferente de belleza

La lucha por el aborto legal se articuló con otras consignas como la de Ni una menos en contra de la violencia de género. En las marchas en contra de la sanción del proyecto de ley fue posible identificar carteles que se apropiaron y desviaron esta consigna para plantear “Ni uno menos” en referencia a los fetos.

El movimiento de Ni una menos se identifica con el color violeta. El violeta y el verde fueron los colores dominantes en las marchas a favor de la ley. Mientras que el celeste lo fue en las marchas en contra de la ley y no sólo por los pañuelos sino por la presencia fuerte de banderas argentinas.

Ahora bien, ¿cuáles fueron otras de las prácticas concretas de las marchas? En cuanto a la marcha en defensa del aborto legal, fue posible identificar una práctica llamativa: el uso del maquillaje. En las movilizaciones que apoyaron la campaña por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito uno de los rasgos destacados fue el protagonismo de la juventud. Adolescentes de secundarios llenaron los subtes para llegar al congreso, niños acompañaron las marchas, jóvenes organizaron puestos en la plaza para maquillar a quien deseara participar de estas manifestaciones. Las vidas de quienes hoy tienen entre 18 y 25 años transcurrieron por completo en el período democrático a la par de la formación del movimiento de la campaña por el derecho al aborto. Para algunos se trató de la primera experiencia política, en algunos otros casos contaron con el aprendizaje de la tradición de lucha estudiantes, como se vio por el acompañamiento de las tomas de colegios. No es un dato menor que dentro del partido Radical se generara tensión entre sus representantes en el congreso y su juventud: la Juventud Radical, la Franja Morada y la Federación Universitaria Argentina, citando una proclama histórica en la lucha de los derechos humanos y dirigida a los genocidas, antes de la votación en el congreso realizaron una conferencia de prensa y a los senadores radicales les exclamaron: «no habrá ni olvido ni perdón de ninguno de nosotros».

Brillos, sombras y lápices de labio verdes y violetas circularon en las manifestaciones. No se trató de un dato menor. Durante los años sesenta y setenta dentro de gran parte de la militancia de izquierda el maquillaje de la mujer se consideró una imposición burguesa por lo que las militantes de izquierda abogaban por un modelo diferente de belleza. Sin embargo, este sentido común de la militancia de izquierda se resquebraja y resignifica: el maquillaje resultó un medio más para comunicar el reclamo por el derecho al aborto.

Estas prácticas se vieron acompañadas por stands y carpas que daban charlas informativas sobre cuestiones estrictamente relativas al derecho al aborto como también sobre otras temáticas de género: diversidad sexual, historias de las luchas en un plano latinoamericano, educación sexual en las escuelas, las disidencias religiosas, entre otras.

Una de las marchas en contra de la sanción de la ley fue convocada por la Alianza cristiana de iglesias evangélicas y fue particularmente multitudinaria, los micros que condujeron a personas de todo el país quedaron desplegados por la avenida 9 de julio. Al igual que en las marchas a favor del aborto legal hubo un escenario donde se expresaron varios oradores así como también hubo grupos de música (en este caso evangélica).

Estas marchas se caracterizaron por la presencia de familias enteras (por lo observado se trató de familias heterosexuales; cabe mencionar que cierto sector de estos grupos también discute las disidencias sexuales así como el reconocimiento estatal al matrimonio entre personas del mismo género y a las personas trans). Los cantos irrumpían por momentos y acompañaban los rezos dando cuenta del fuerte componente religioso de estas manifestaciones.

Otra forma de manifestación fue mediante la representación de fetos como visibilización de esa segunda vida que propusieron defender. Se realizaron ecografías en vivo frente al congreso, manifestantes cargaban muñecos como bebés y, de manera más teatral y contundente, se paseó a “Alma”, muñeco de seis metros, en representación y hecho a escala de un feto de doce semanas confeccionado en La Plata por la agrupación Elegimos la Vida, parte de Unidad Provida.

Reflexiones finales

Al comenzar a pensar este artículo creímos que existía un consenso, aunque fuera implícito, sobre la defensa del derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo, sobre la defensa del derecho al aborto legal, seguro y gratuito, en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires a la que pertenecemos. No se trata de una prenoción ingenua sino que se fundamentaba en la historia de lucha de la facultad. Indagar en el tema mostró disidencias y ello redobló el desafío a la hora de escribir este artículo. Nuestra postura estaba clara pero ¿cómo realizar un análisis reflexivo y sociológico, con pretensión de validez científica, diría Weber? ¿Cómo pasar del juicio de valor al juicio de hecho? Una herramienta conceptual como la noción de acción colectiva de Tilly así como una herramienta metodológica como la observación participante nos ayudaron a incorporar claves analíticas e historizar las luchas a favor del aborto legal, identificar cruces inesperados en el espacio político durante el debate en el congreso sobre el proyecto de interrupción voluntaria del embarazo y analizar las formas en que se expresaron tanto quienes estaban a favor como en contra de la sanción de la ley,

Mientras escribíamos este texto recibimos la noticia acerca de que la ley no se había aprobado. Inmediatamente después, imbuidos en la efervescencia, empezó a resonar un enfático “Será ley”. Este impulso, a pesar de no lograr la sanción de la ley, no debe ser desdeñado. Las habilitaciones logradas con estas luchas desbordan la cuestión estricta del acceso al aborto. Mencionamos solo dos casos cercanos porque sucedieron en ámbitos educativos: en mayo de este año estudiantes rosarinas empapelaron la Facultad de arquitectura de la Universidad Nacional de Rosario con carteles que citaban de manera textual dichos de profesores con los que diariamente las acosaban; en septiembre, durante la entrega de diplomas, estudiantes del Colegio Nacional de Buenos Aires, leyeron un documento denunciando por abuso sexual a docentes de esa institución. La no sanción de la ley no es una novedad, ya ocurrió siete veces. Pero sí es novedad el impulso, la legitimidad y la visibilización que ganó esta lucha.

No obstante, esta marea verde no nos debiera llevar a creer que ese “Será ley” es un paso automático. De hecho es posible identificar otra oleada pero en este caso conservadora. A las manifestaciones en contra del aborto legal, se sumaron renovadas críticas a la educación sexual en las escuelas, a la diversidad sexual, incluso mientras se practicaba el primer aborto legal en San Juan (se trataba de una adolescente de 14 años que había sido violada, es decir, un caso amparado por el código penal), manifestantes autodenominados “pro vida” ingresaron al hospital e intentaron impedir que los médicos ingresaran al quirófano.

Por lo tanto, la sanción de la ley es un objetivo pero este punto de llegada también es un punto de partida. Será un logro añorado y será valorado pero también tendrá que ser defendido. Son divulgados los hechos violentos en frente de clínicas donde se realizan abortos en países donde es legal, las manifestaciones en frente a estas clínicas para humillar a las personas que deciden realizar esa práctica, así como también las agresiones hacia los médicos que las practican.

El aborto será ley, la maternidad será deseada y la lucha no amainará. Porque si partimos de dudar de los sentidos cristalizados y de criticar los supuestos sí tenemos una certeza: el futuro es feminista.

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